*Contenido elaborado por Jesús Veliz
Vivimos en un mundo en el que la tecnología atraviesa por una paradoja peculiar. Por un lado, nos asombramos del avance notable en diferentes áreas, como las telecomunicaciones, la salud, la automatización de procesos, entre otras. Sin embargo, nuestra generación está limitando la perspectiva de lo que considera prioritario en tecnología a experiencias más cercanas, como las herramientas de control parental, el tipo de smartphone a adquirir, la velocidad del servicio de internet fijo y la edad en la que un niño debe tener una Tablet. En concreto, estamos enfocando al revés el tema. Esta inconsistencia latente obstruye nuevas rutas de cohesión entre las necesidades cotidianas y las soluciones tecnológicas a implementar.
Es ahí, en esa área gris peligrosamente descuidada por el usuario final, en donde florecen las implementaciones más evidentes para la mejora en la condición de vida. Tuve la oportunidad de experimentar, de manera presencial, cómo la tecnología es capaz de solucionar situaciones cotidianas de manera eficiente, segura y transparente; durante un viaje a Nairobi en diciembre del 2017 junto a Mastercard, en donde hicieron evidente la inclusión financiera utilizando tecnología transversal.
Partamos desde el contexto. El este de África es la región con más nivel de crecimiento en el continente. Incluso para el 2030, según un informe de Ernst & Young, África se convertirá en una economía de 3 billones de dólares – no 3 mil millones, sino 3 billones -, y Kenia es una de las piezas claves en este proceso. Lo curioso de este punto es que, a diferencia de Latinoamérica y otras latitudes, existe un culto desmedido al efectivo; a tal punto que el uso del cash representa el 95% de las transacciones en la región, lo que ha provocado una curva lenta de crecimiento económico. El efectivo trae un cúmulo de problemas al sistema financiero. No hay un monitoreo real del control del dinero, hay una endeble cultura del financiamiento, la inseguridad ciudadana crece sin control y las personas no tienen argumentos suficientes para postular a un préstamo que pueda mejorar su negocio o su calidad de vida.
Sin embargo, hay otra condición que puede revertir este cuadro. En Kenia, por ejemplo, la penetración móvil es muy alta, tanto en smartphones como en featured phones. Es ahí, en ese recurso tecnológico, en donde se ha establecido la oportunidad de la inclusión financiera. Hoy, el 50% del PBI keniata pasa directamente por plataformas móviles en transacciones y envíos de dinero entre personas. Una de ellas es M-Pesa, que es responsable de 480,5 millones de transacciones monetarias en territorio keniata. A pesar de la popularidad del sistema, M-Pesa no le genera al usuario un historial financiero capaz de darle beneficios, y eso limita las oportunidades de crecimiento de la población.
Ese valor agregado es el que busca implementar Mastercard, a través de Masterpass QR, su solución móvil para micro transacciones. Este servicio está asociado a cuentas de banco y les permite a los usuarios de telefonía realizar pagos mediante QR – en el caso de los smartphones – y SMS – para teléfonos convencionales -, en diferentes negocios del país. Esto no solo es un beneficio para los clientes de negocios, quienes ya pueden realizar pagos y transportar dinero de manera segura y privada. Es un gran factor de cambio para las medianas, pequeñas y micro empresas; que representan el 80% del foco de empleo en la región. A diferencia de M-Pesa, Mastercard dispone de diferentes plataformas: Kionect es la plataforma de proveedor a punto de venta, en donde el pequeño negociante puede adquirir stock desde el proveedor y realiza el pago de manera digital. Masterpass QR le permite al cliente pagar en negocios asociados con un sistema de códigos QR implementados a lo largo de la ciudad, y realizar compra de productos y servicios sin utilizar efectivo. 2Kuze es el sistema que el vasto mundo del agro utiliza en Kenia, Uganda y Tanzania para que los agricultores dispongan de un mejor control de su efectivo, administren de una manera eficiente sus compras y establezcan una cadena segura de distribución de insumos, debido a que los pagos son digitales y todos los integrantes de esta cadena están suscritos al ecosistema de 2Kuze.
Con la inclusión financiera se ejerce un mayor control en las transacciones entre mayoristas, puntos de venta y clientes; además de establecer un historial de crédito y mejorar los tiempos de transferencia para proveedores, debido a que la ganancia promedio de los más de 100 mil pequeños negocios y tiendas de barrio en zonas como Kawangare – uno de los barrios pobres de Nairobi, pero con enorme presencia de pequeños negocios – roza apenas los 20 dólares diarios, y el costo de transferencia en M-Pesa es muy elevado para transacciones de ese tipo.
De a pocos, el este de África está consolidando un hábito seguro y simple. El efectivo atrae ciertos problemas, y el salto a plataformas móviles para transferencias y pagos es parte del control de esas situaciones de riesgo. Evidentemente hay amenazas también en el terreno digital, pero la idea es controlar esas amenazas. Por el momento, mucho tiene que ver el ánimo de una nación para aprender a adaptarse. Es un valioso ejemplo, sobre todo porque de este lado del mundo hay mejores condiciones para llevar a cabo estos proyectos, pero la desconfianza de la gente es más creciente. Veamos cómo va.